En realidad, es posible que los clientes no sepan cuáles son sus necesidades hasta que vean el software en funcionamiento, por lo que cambiar sus requisitos conlleva un rediseño, un nuevo desarrollo y pruebas, y un aumento de los costes. Los desarrolladores pueden diseñar un nuevo producto o función de software sin darse cuenta de las dificultades que se avecinan, en cuyo caso es mejor modificar el diseño que insistir en un diseño que no tenga en cuenta las limitaciones, requisitos o problemas recién descubiertos. Como resultado, no hay garantía de que los requisitos que la organización tiene en mente funcionen realmente.
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